Editorial del número 16
Juntos, construyamos un futuro justo, equitativo y sostenible, donde la tecnología y la ética se complementen y nos impulsen hacia adelante
Esta edición explora la inteligencia artificial desde una mirada serena y estructural, alejándose del ruido y las promesas grandilocuentes. Un recorrido por los sistemas, las interconexiones y las decisiones que ya están modelando nuestra forma de pensar, crear y organizarnos, con el foco puesto en comprender antes de acelerar.
Juntos, construyamos un futuro justo, equitativo y sostenible, donde la tecnología y la ética se complementen y nos impulsen hacia adelante
Ponemos tecnologías en manos de los usuarios para que se expresen en los espacios digitales, ya sea en comunicaciones de vídeo, solo de voz o incluso en chats síncronos.
La inteligencia artificial nos ofrece una oportunidad para reflexionar, para mirarnos en el espejo de nuestras creaciones y considerar lo que reflejan de nosotros.
La IA puede personalizar de manera eficiente y rentable las experiencias de aprendizaje. Analizando patrones de aprendizaje individuales, los algoritmos de IA pueden adaptar materiales y técnicas de instrucción para que coincidan con las necesidades y preferencias específicas de cada estudiante.
En contra de lo que habitualmente creen políticos, medios de comunicación e inversores, lo más relevante de esta tecnología no pasa por sistemas diagnósticos, sino por la capacidad para anticipar la respuesta individual mucho más allá de lo que lo hace la estadística clásica.
ChatGPT nació a finales de 2022 y en apenas dos meses alcanzó más de 100 millones de usuarios en todo el mundo. Instagram necesitó 30 meses, TikTok 9 meses, WhatsApp 40 meses, Telegram 61 meses, la web necesitó 7 años, la telefonía móvil 16 años y el teléfono fijo necesitó 75 años…
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Hoy por hoy, se puede afirmar que la IA no tiene ni sentimientos ni emociones, aunque, en algunos casos, cada vez más, sí los podemos simular.
Estamos atribuyendo a la IA características humanas que no tienen, como la intención, el sentido común, la capacidad de razonamiento y el dominio de las relaciones causales.
La Inteligencia Artificial podría acabar mutando desde lo que es -un producto humano-, hasta convertirse, no sólo en productor de humanidad, sino en el señor del mundo.